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EL TABÚ DE LA AGRESIVIDAD EN LOS ENFERMOS DE ALZHEIMER

Yadira Barroso González y Miguel Ángel Maroto- Allí donde no llegan las pastillas.

 

Si tienes un familiar con Alzheimer, es probable que hayas presenciado episodios incómodos en los que el paciente demuestra irritación o agresividad. Recordemos que un síntoma frecuente de la enfermedad. No debemos culpabilizarle por ello.

Durante muchos años el estudio del Alzheimer se ha centrado en los síntomas cognitivos (pérdida de memoria, orientación…) dando de lado los problemas de comportamiento, como puede ser la agresividad (García-Alberca, Muñoz y Torres, 2010).

Hoy sabemos que un porcentaje elevado de enfermos presentan alteraciones en su conducta. Quizá lo sepas de primera mano, ya que esto repercute en la calidad de vida tanto del paciente como del cuidador.

 

¿QUIÉN COMENZÓ A ESTUDIAR LA AGRESIVIDAD EN EL ALZHEIMER?

En 1999 la Asociación Psicogeriátrica Internacional puso un nombre a estas alteraciones: “signos y síntomas conductuales y psicológicos en las demencias”.

Detrás de esta expresión tan larga estaban incluyendo las alteraciones de la percepción, del humor o del comportamiento.

 

¿QUÉ IMPLICA ESTE COMPORTAMIENTO INADECUADO?

  • Sufrimiento para el paciente y para el cuidador.
  • Menor calidad de vida.
  • Mayor probabilidad de que el paciente acabe antes en una residencia, con todo lo que implica: sufrimiento personal, sentimiento de culpa para el cuidador y esfuerzo económico para la familia (Arroyo-Anlló, Torres Pereira y Castañeda Alegre, 2001).

Sin embargo, hay buenas noticias: si sabemos que es probable que haya problemas del comportamiento y los abordamos desde que se evalúa al enfermo, podremos adecuar el tratamiento desde el minuto cero.

Los trastornos del comportamiento son uno de los motivos más frecuentes de consulta de los familiares debido a su alta visibilidad y a la perturbación que causan en la familia y los cuidadores.

El trastorno de agitación/agresividad se encuentra en el cuarto lugar de los síntomas más frecuentes. ¿Sabías que aparece hasta en el 29% de los casos con demencia? (Arroyo-Anlló et al., 2001).

Recuerda: si tu familiar presenta comportamientos agresivos, no estás solo. Es muy frecuente y, por suerte, se puede abordar.

Este trastorno puede presentarse de manera muy heterogénea, ya que el enfermo puede ser agresivo de un modo físico pero también verbal, o ambos a la vez.

Veamos un caso concreto: el rechazo del paciente a que le ayudemos. ¿Sabías que es la manifestación más frecuente de conducta agresiva?

Está presente casi en el 34.8% de los pacientes (Arroyo-Anlló et al., 2001).

¿SE HA ESTUDIADO LA AGRESIVIDAD EN ESTOS PACIENTES?

Sí, Cohen-Mansfield et al. (1997) descubrieron una asociación existente entre el grado de deterioro cognitivo y la conducta de agresión/agitación.

Estudios posteriores, como el realizado por Zahodne, Ornstein, Cosentino, Devanand y Stern (2015) evidenciaron que las conductas agresivas se relacionan con dos fenómenos que aumentan de modo progresivo en el Alzheimer: la menor cognición del paciente y la dependencia de los demás que van adquiriendo a lo largo del tiempo.

Otros estudios plantean el aumento de la agresividad a medida que disminuyen las actividades de la vida diaria (AVD), como asearse, hacer tareas del hogar, vestirse, etc.

Por otro lado, se sabe que la presencia de estas conductas físicamente agresivas en mayor frecuencia en pacientes varones con un estadio avanzado de la enfermedad. (Fisher y Buchanan, 2018).

Además, los signos propios de la vejez también podrían ser la causa de dicha agresividad, destacando: sensación de inutilidad, falta de autonomía, rechazo al cambio, dolor y síntomas depresivos (Fowler et al., 2015). En relación a este último factor, las conductas agresivas podrían tener cierta relación con el desequilibrio emocional que experimentan personas mayores debido al envejecimiento; la tristeza, la soledad y el desánimo pueden provocar un malestar que se manifiesta a través de conductas agresivas.

Además, se destaca la tendencia de los pacientes con EA a manifestar sus necesidades utilizando comportamientos no normativos, que en ocasiones pueden llegar a ser violentos (Wang et al., 2015).

 

 

LAS BASES BIOLÓGICAS PARA EXPLICAR LA AGRESIVIDAD

Se produce una disfunción del lóbulo frontal, por la que los pacientes de Alzheimer responden de manera exagerada a estímulos ambientales (García-Alberca, Muñoz y Torres, 2010).

Por otra parte, estudios realizados por Tekin et al. (2001) han evidenciado una relación entre la densidad de ovillos neurofibrilares en el córtex órbitofrontal y la presencia de agitación y agresividad. Así, una mayor densidad de ovillos se relacionaría con la presencia de estas conductas.

Sin embargo, como hemos mencionado anteriormente, no debemos reducir la causalidad al ámbito biológico ya que, la información recogida y analizada sobre este tema apoya una multicausalidad.

En palabras sencillas: hay bases biológicas que explican por qué un enfermo de Alzheimer puede comportarse agresivamente.  Sin embargo, otros factores como la edad del paciente y la situación sociofamiliar son muy importantes. Es fundamental conocer el contexto en el que se iniciaron estas conductas y cómo ha sido su evolución de cara a poder controlarlas.

Por desgracia, los tratamientos del comportamiento reciben poca atención e investigación dentro de la sanidad pública a pesar de la alta frecuencia en la que se encuentran dentro de las demencias (Fowler et al., 2015).

 

REPERCUSIÓN EN LOS CUIDADORES

Está claro que esta situación afecta a las personas más cercanas a los enfermos:

  • La agresividad del enfermo afecta tanto de manera objetiva como subjetiva a la carga del cuidador (Sun et al., 2018).
  • El cuidador siente una mayor carga autopercibida por a nivel físico, emocional, y económico.
  • Otros estudios han destacado altos niveles de depresión y ansiedad en los cuidadores de estos pacientes, frente a pacientes sin este trastorno; así como un mayor consumo de psicofármacos y una peor salud percibida (García-Alberca, Lara, Porta, González-Barón, y Berthier, 2007).

A pesar de que las publicaciones respecto a este tema son bastante escasas, en los últimos años parece haber cierto interés por investigar este factor. Así, en el estudio llevado a cabo por Arroyo-Anlló et al. (2001), se ha constatado que la agitación/agresividad son los trastornos de conducta que más estrés negativo provocan en el cuidador.

 

 

¿CÓMO PODEMOS TRATAR LA AGRESIVIDAD?

Vamos a acercarnos a los tratamientos NO farmacológicos.

Las conductas agresivas en las personas con Alzheimer suponen un problema para pacientes, familiares, cuidadores y profesionales sanitarios debido a las situaciones emocionales complejas a las que deben exponerse.

El objetivo principal en la intervención de estos episodios de agresividad mejora la calidad de vida de los pacientes y cuidadores. Desde el ámbito psicológico se plantean varias técnicas desde el abordaje no farmacológico:

  1. Modificación de conducta: manejo de contingencias, para controlar y contener los síntomas conductuales. Este tipo de intervención ha resultado efectivo ante síntomas como la agitación, agresiones, vagabundeo o preguntas repetitivas. (Devanand y Lawlor, 2000).
  2. La intervención cognitiva y la psicoestimulación integral permiten tratar de manera directa los trastornos de conducta mediante la intervención sobre el entorno físico, el uso de alarmas o barreras y el establecimiento de rutinas.
  3. Finalmente, las medidas de ayuda a los familiares y cuidadores, como los programas psicoeducativos, los grupos de autoayuda o la psicoterapia hacen posible que todas las personas implicadas cuenten con estrategias de manejo ante la situación.

Además, varios estudios han observado una mejora de las conductas agresivas en pacientes con Alzheimer, utilizando talleres de psicomotricidad o musicoterapia (Arroyo-Anlló et al., 1998).

 

 

CONCLUSIÓN

  1. El Alzheimer causa alteraciones del comportamiento, destacando la agitación/agresividad, presente en casi el 30% de los pacientes.
  2. Estos cambios comportamentales se presentan de manera más frecuente en varones con una severidad moderada de la enfermedad.
  3. La conducta agresiva más frecuente es el rechazo tanto verbal como físico- hacia la ayuda del cuidador.
  4. La agresividad es el factor que mayor estrés perjudicial causa en los cuidadores, favoreciendo la institucionalización prematura del paciente.
  5. En cuanto a la causa, estudios recientes han permitido relacionarlo con alteraciones en el funcionamiento de áreas frontales y temporales.

Sin embargo, a pesar de las teorías contextuales y biológicas sobre esta sintomatología, existe escasa investigación en este ámbito que permita afirmar una causa concreta y estable. Es esencial ahondar en ellos de cara al bienestar del paciente y de las personas que se dedican a su cuidado.

 

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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