Shauri Molina Moran y Miguel Ángel Maroto Serrano – La soledad y la vejez.

 “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.”

Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

 

Los seres humanos somos seres sociales. Necesitamos la compañía de otras personas para sobrevivir y evolucionar individualmente.

Cuando nacemos precisamos del calor y los cuidados de nuestros padres. A medida que crecemos, dichos cuidados se adaptan a nuestras necesidades y nos empujan a un proceso de maduración y autodefinición: comprender quiénes somos y a qué pertenecemos.

Si nuestra vida fuera un libro y cada conjunto de hojas constituyera un capítulo, la complicidad y el desarrollo de la historia se basarían en los personajes y el ambiente de cada momento.

Valoramos nuestro bienestar acorde al trato dado entre nosotros y otros individuos. Al acostumbrarnos a vivir en comunidad, algunas personas llegan a desvirtuar el potencial de encontrarse realmente con uno mismo. Quizá, no han aprendido a estar solos.

Es importante conocer y comprender la soledad en todas sus facetas, incluyendo su relación con la vejez y cómo enfrentarla cuando es un factor no deseado para el anciano.

LA SOLEDAD.

El concepto de soledad no es único ni sencillo.

Asumimos la soledad como un malestar emocional cuando alguien se siente incomprendido y rechazado; o cuando carece de compañía para las actividades físicas e intelectuales deseadas.

No es lo mismo estar solo que sentirse solo.

A continuación, comentaremos dos tipos de soledad (Bermejo, 2008):

  • Soledad objetiva: cuando una persona está sola no tiene compañía real. Puede generar emociones desagradables asociadas, como los sentimientos de insatisfacción o tristeza. Por el contrario, también es posible que sea una experiencia constructiva cuando es buscada por el individuo.
  • Soledad subjetiva: cuando una persona se siente sola no es una situación que busca el individuo. Está asociada a un sentimiento de vacío y tristeza.

En la vida es necesario fomentar “tiempos individuales”: momentos para uno mismo; para optimizar el crecimiento interno y el bienestar particular. A su vez, también es importante la no desvinculación con el plano familiar y las relaciones sociales.

Pero, ¿cuál es la visión de la sociedad sobre los ancianos?

 

La concienciación colectiva sobre el valor de nuestros “abuelos” debiera ser un asunto mayor. Debemos concebirlos como lo que son: personas con experiencia vital, capacidad de querer y sentirse queridos.

LA SOLEDAD Y LA VEJEZ

La vejez se considera un momento crítico para vivenciar la soledad. Como consecuencia de la pérdida de seres queridos, pérdidas laborales, discapacidades físicas… un anciano puede sentirse desamparado y frustrado.

¿Qué experiencias facilitan la aparición del sentimiento de soledad?

  • La salida del mundo laboral (pérdida de rol, de la visión de tu lugar en el mundo)
  • La pérdida de personas cercanas (cónyuge, hermanos..)
  • Tener relaciones pobres con los familiares.
  • Los prejuicios asociados a la vejez.
  • La pérdida de capacidad para hacer actividades rutinarias que antes eran sencillas.

Es crucial entender que las emociones asociadas a la soledad (frustración, vacio, tristeza…) no son ni buenas ni malas. Simplemente, cumplen una función evolutiva que nos garantiza la supervivencia. Aceptar estos sentimientos como “invitados”, nos ayudará a gestionar mejor su “hospedaje” hasta el momento en que decidan retirarse de nuestra vida.

Cuando somos capaces de asumir y dar nombre a nuestras emociones, iniciamos un proceso de ventilación emocional que nos permitirá, en primer lugar, sentirnos mejor y en segundo lugar, concebir estrategias más objetivas para enfrentar la soledad y dar soluciones más constructivas.

Por eso mismo, hablar con el anciano y dejar que se exprese es una buena manera de introducirnos en su visión del momento.

 

Enfrentar la soledad no compete únicamente al anciano.

Para combatir y prevenir la soledad resulta importante realizar actividades incompatibles con los pensamientos que la ocasionan. Los pensamientos y las emociones tienen una estrecha relación, de tal forma, la manera en la que pensamos influye directamente en nuestras emociones. Si conseguimos generar pensamientos positivos, motivacionales y agradables, poco a poco adquirimos las emociones que las acompañan.

 

ESTRATEGIAS Y RECURSOS PARA ENFRENTAR LA SOLEDAD

Los recursos a utilizar son de tres tipos:

  1. Los recursos personales: estrategias llevadas a cabo por el propio individuo para enfrentar la soledad y sentir compañía. Algunas de las estrategias serán ver la televisión, escuchar la radio, pasear, tomarse un café en un bar…
  2. Los recursos familiares: acciones llevadas a cabo por la familia para reducir el sentimiento de soledad. Visitar periódicamente al anciano, llamarle por teléfono, permitirle cumplir con el “rol del abuelo”…
  3. Los recursos sociales: actos llevados a cabo por el entorno cercano para asegurar el bienestar y el acompañamiento de los ancianos. Por ejemplo, las visitas a centros de mayores, el apadrinamiento de ancianos, las relaciones de amistad con vecinos y amigos…

 

10 CONSEJOS PARA PREVENIR Y ENFRENTAR LA SOLEDAD.

  1. Dejar que la persona exprese lo que siente: lo ayudará a sentirse escuchado y a escucharse a sí mismo.
  2. Explicar la situación con cariño y respeto: nuestros mayores comprenden que sus hijos o parientes tienen trabajos y asuntos internos, por lo que resulta imposible que estén siempre. Es importante darles el mensaje correcto con el tono adecuado: sin chillar, sin recriminar, sin amenazar… etc. Recordemos que es una situación normal y resulta primordial empatizar con el anciano. Incluso cuando un anciano tiene una demencia, mantienen la memoria emocional y detectan la manera en la que los hablan. Hablar con cariño y tranquilidad es la mejor opción para tratar temas tan emocionales.
  3. Pedir que siga una rutina: ayudan a nuestros mayores a mantener organizado el día, minimizando los “espacios en blanco” que dan lugar a pensamientos no deseados. Tener un horario para despertarse, desayunar, ver el tiempo y las noticias, salir a comprar y pasear… favorece el bienestar del anciano.
  4. Darle herramientas de gestión propia: ¿os imagináis estar en una casa, sin compañía y sin expectativas de disfrute? Es importante darle herramientas de entretenimiento que pueda aplicarse a sí mismo: una radio para escuchar música, una televisión, fichas de tareas adaptadas a sus gustos, libros para leer, un animal de compañía al que pueda dedicarse, hobbies variados…
  5. Llamadas a los familiares: a pesar de no poder compartir espacio físico con nuestro ser querido, las llamadas a su hogar pueden contribuir a su bienestar. Contarles las experiencias que vivencia la familia en su propia rutina le harán participe de ellas.
  6. Demostrar lo importante que es esa persona: recordadle lo que lo queréis y apreciáis. Es necesario que no se den por sabidos estos mensajes; nunca está de sobra contarle a alguien lo que importa para vosotros.
  7. Visitas habituales: aunque no se pueda mantener espacio con ellos siempre, siempre agradecerán las visitas. Normalmente, cuando hay más de un hijo, deciden turnarse los días. En otros casos, quedan todos juntos para comer o tomar un café. Cada familia tiene sus rutinas y sus particularidades, por lo que todo es cuestión de organización y planificación.
  8. Mantener un núcleo de amistad: es positivo que nuestro familiar tenga amigos y/o vecinos con los que pueda realizar actividades en compañía, como pasear o hablar.
  9. Buscar medios externos de compañía: existen diversos centros donde llevar a nuestros mayores para que aprovechen el tiempo de la mano de profesionales que se encargan de estimularlos. En AhoraCentros trabajamos con nuestros mayores, con y sin deterioro cognitivo, para favorecer su bienestar e incrementar y/o mantener sus habilidades mentales.
  10. Dejarles que aporten a la sociedad: Cuando una persona se siente útil, su autoestima mejora considerablemente. Permitir que nuestro mayor haga voluntariados (de lo que quiera) como contar cuentos a niños, sacar a pasear a perros (con las características óptimas para sus condiciones físicas), etc… puede mantenerlos activos y favorecer el sentimiento de utilidad y compañía incompatible con la soledad.

 

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Rodríguez Martín, M. (2009). La soledad en el anciano. Gerokomos, 20(4), 159-166.

De Oca Zavala, V. M. (2011). Viudez, soledad y sexualidad en la vejez: mecanismos de afrontamiento y superación. Revista Kairós: Gerontología, 14, 73-107.

Herrera, R. R., Córdoba, A. M. C., Mejía, R. M., & Benavides, E. A. P. (2011). Concepciones populares sobre soledad de los adultos mayores de España y Bucaramanga, Colombia. Diversitas: perspectivas en psicología, 7(2), 307-319.