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MANUAL DE SUPERVIVENCIA PARA CUIDADORES DE ALZHEIMER (PARTE 2)

Andrea Valera Antonete y Miguel Ángel Maroto Serrano – Manual de supervivencia para cuidadores de Alzheimer y otras demencias (parte 2)

 

En la primera parte de este artículo nos aproximamos a las alteraciones del comportamiento más habituales. Hoy te daremos estrategias y soluciones para que sepas cómo abordarlas.

HERRAMIENTAS NO FARMACOLÓGICAS.

Nos vamos a centrar en las terapias que no implican fármacos. Son totalmente compatibles con los medicamentos que haya prescrito el médico y tienen un papel crucial para la que el paciente tenga la mejor evolución posible.

¿De qué hablamos cuando nos referimos a estas terapias?

Son actividades centradas en los sentidos, la música, las emociones, el arte o las actividades físicas. Todas ellas contribuyen a estabilizar las alteraciones de conducta que pueda sufrir tu familiar.

Por ejemplo…

Cuando aparecen los episodios problemáticos es importante adaptar el ambiente en que nos encontramos.

Pongamos esta situación: tu familiar se ha enfadado y no consigues que se calme. Para conseguir que se tranquilice nos puede ayudar adaptar el ambiente buscando su mayor bienestar : por ejemplo, bajar la luz de la sala o del lugar donde se encuentre; eliminar sonidos que puedan molestar e interferir en nuestro mensaje (televisión, radio…); o parar la actividad que esté realizando en ese mismo instante si vemos que le altera.

Tengamos en cuenta que, cuando las conductas alteradas comienzan a ser contraproducentes para la persona y se repiten sin que logremos nuestros objetivos, es conveniente concertar una cita con el especialista para valorar la posibilidad de administrar fármacos que reduzcan o equilibren dichas conductas.

Es esencial tener en cuenta los siguientes consejos para mejorar la relación de entre el enfermo y el cuidador. De esta forma, podremos garantizar el mayor bienestar para ambos. Veamos las recomendaciones de expertos en la materia (Fernández, Montorio y Díaz, 1997).

  1. Utiliza frases cortas y de fácil comprensión.

Usa términos y palabras sencillas, frases cortas y repite siempre que sea necesario. Ten paciencia, aunque a veces cueste.

 

  1. Mi familiar no tiene conciencia de su enfermedad o no se acuerda de que la tiene.

Recuerda que, siempre que sea posible, la persona tiene derecho a saber qué le pasa, qué tipo de demencia tiene y, además, conocer sus consecuencias.

Es buena idea ofrecer apoyo psicológico si es necesario, para que la persona sobrelleve lo mejor posible cada uno de los estadios de su enfermedad.

¿Qué no debemos hacer? No es conveniente repetir de forma insistente ni intentar razonar con la persona cuando se muestra a la defensiva y cuando percibimos que no quiere tener más información al respecto.

Lo mejor es aportar al familiar enfermo afecto, comprensión, comunicación, escucha activa, apoyo y acompañamiento, siempre sin llegar a conflictos cuando la persona no reconoce tener la enfermedad ni padecer ninguno de los síntomas.

 

  1. Mi familiar tiene alteraciones de los sentidos, episodios de delirio o alucinaciones.

No contradigas ni razones con la persona. En su mente, lo que ocurre es real. Utiliza el contacto físico y visual para tranquilizar y reconducir la situación. Concentra su atención hacia otra actividad o estímulo.

 

  1. Tiene episodios de agresividad o agitación.
  • Busca alternativas a la agresividad. Por ejemplo, propón una actividad en la que deba mantener la atención hacia otra tarea y que le impida continuar con la conducta agresiva. Así reconduciremos la situación.
  • Mantén la calma e introduce otra conversación sobre algo que le guste o le motive.
  • Tu tono de voz debe ser pausado, tranquilo y dar confianza. Sabemos que a veces es difícil mantener la calma, pero alterarnos o levantar la voz no va ayudar.
  • Utiliza el tacto para tranquilizarle, por ejemplo, coge su mano y mantén el contacto visual cuando le hables.

 

  1. Sufre alteración del sueño.
  • Acondiciona bien el dormitorio. Debe ser un lugar tranquilo y agradable para descansar.
  • Es importante que durante el día realice actividades que conlleven cansancio físico y mental.
  • Antes de dormir haced actividades relajantes, siempre que sea posible, (ejercicios de respiración, de visualización, etc.)
  • Es muy importante mantener siempre horarios fijos y una rutina.
  • Si es necesario, consulta con profesionales médicos.

  1. Alteración de la conducta alimentaria.
  • Intenta mantener una rutina semanal o mensual de comidas equilibradas.
  • Respeta el ritmo de comida y la cantidad. Busca suplementos si fuese necesario durante el resto del día.
  • Intenta cumplir con las cinco comidas diarias.
  • Si no recuerda haber comido, haced un ejercicio de regresión y explicación de la última comida.

 

  1. Alteración de esfínteres.
  • Crea rutinas a la hora de ir al baño: al despertar, antes de cada una de las comidas y antes de acostarse.
  • Controla la hidratación durante el día. Es importante que beba lo suficiente.
  • Evita que haga grandes ingestas de líquido durante la cena para evitar micciones e interrupciones durante la noche.
  • Emplea absorbentes, si es necesario, para mayor comodidad ante posibles episodios de escape.
  • Siempre que la persona siga siendo independiente, anima a que acuda al baño para sus necesidades.
  • Si se produce un episodio de incontinencia, no culpabilices o riñas a la persona. Habla, tranquiliza y busca soluciones. Crea un ambiente confortable y facilitador donde se sienta cómodo/a.
  • Adapta el baño para facilitar la asistencia tanto del familiar enfermo como de la persona cuidadora al ayudarle.

 

  1. Alteración de la personalidad y del estado de ánimo (apatía, depresión, etc.)
  • Busca actividades que le motiven y le gusten. Una buena idea es que estén relacionadas con labores que hayan realizado en algún momento vital.
  • Intentar que se sienta útil colaborando en las actividades del hogar según las capacidades que presente en ese momento.
  • Fomenta actividades y relaciones grupales (vecinos, amigos, propia red familiar, etc.)
  • Emplea la escucha activa, prestando atención a los que te quiera contar.
  • No insistas ni presiones cuando la persona no quiera realizar ninguna actividad.

 

  1. Mi familiar deambula sin rumbo por casa.
  • No impidas, sujetes ni obligues a la persona a no moverse: puedes provocar mayor agitación e incluso episodios de agresividad.
  • Intenta no prestar atención a la conducta de deambulación. No lo tomes como algo personal que te cause enfado.
  • Crea un ambiente seguro en el hogar apartando todos los objetos que puedan resultar peligrosos para la deambulación.
  • Emplea señales de orientación en los distintos lugares de la casa.
  • Intenta mantener a la persona siempre localizada, evitando el riesgo de fuga o pérdida.
  • Acompaña a tu familiar siempre que sea posible a zonas seguras de la casa donde puedas animarle a que haga actividades que capten su atención.
  • Fomenta la realización de ejercicio físico, como dar paseos o hacer gimnasia suave guiada por profesionales.

 

  1. No recuerda el nombre de las cosas (agnosia).
  • Motívale a seguir estimulando su capacidad para identificar objetos.
  • Escucha y ayuda a que identifique los objetos que no sea capaz de visualizar o percibir correctamente.
  • No le culpabilices cuando se equivoque.

 

LA ORGANIZACIÓN ES ORIENTACIÓN Y SEGURIDAD: CONTROLA SU AMBIENTE.

  • Intenta mantener sus rutinas diarias.
  • Mantén siempre los objetos en los mismos lugares para evitar confusiones y desorientación.
  • Utiliza tarjetas identificativas, si es necesario, en el hogar para que tu familiar pueda identificar que se encuentra en cada una de las salas o reconozca los muebles y otros objetos.
  • Elimina objetos que puedan provocar accidentes en el domicilio: alfombras, cuchillos, etc.

BUSCA APOYO.

Es importante que seas consciente de que en ocasiones es recomendable buscar ayuda para ofrecer el mejor cuidado para nuestro familiar. No olvides la importancia de equilibrar la vida del cuidador y evitar el riesgo de padecer sobrecarga.

Existen diferentes tipos de ayuda a la dependencia para centros especializados en estimulación cognitiva, centros de día, residencias o servicio de ayuda a domicilio. Es importante contar con los profesionales sanitarios para encontrar la mejor opción disponible.

 

FOMENTA LA INDEPENDENCIA.

Siempre que sea posible, lo ideal es que la persona pueda seguir realizando todas aquellas actividades o tareas que siempre ha desempeñado. Así no se genera tanta presión ni sobrecarga sobre el cuidador o cuidadora.

 

AUTOCUIDADO: ¿QUÉ HARÍA YO SIN MÍ?

Esta pregunta es esencial para entender cómo debe ser el cuidado de una persona con demencia. Es importante conservar la parcela individual y del propio cuidado.

Si el cuidador/a enferma o comienza con problemas físicos o psicológicos, terminará repercutiendo en el cuidado y en la relación con el familiar enfermo.

Recuerda que el cuidado empieza en ti:

  • Realiza actividad física.
  • Sigue manteniendo actividades de ocio y relación con familiares, amigos, vecinos y tu red próxima de apoyo.
  • Realiza ejercicios de respiración diafragmática y relajación cuando te sientas agobiado por la situación.
  • Buscar ayuda: asociaciones, puntos de información, charlas o recursos sociales o comunitarios si fuera necesario.
  • Busca el equilibrio de la triada laboral-familiar-cuidado.
  • Establece rutinas propias.

 

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Disponibles en PDF, en español e inglés.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Emerson, E. (1995). Challenging Behavior. Cambridge: Cambridge University Press.

Fernández, M. I., Montorio, I. y Díaz, P. (1997). Cuando las personas mayores necesitan ayuda. Guía para cuidadores y familiares. Vol. 1: Cuidarse y cuidar mejor. Madrid: Instituto de Migraciones y Servicios Sociales.

Fernández, M. I., Montorio, I. y Díaz, P. (1997). Cuando las personas mayores necesitan ayuda. Guía para cuidadores y familiares. Vol. 2: Resolviendo problemas difíciles. Madrid: Instituto de Migraciones y Servicios Sociales.

Kaplan, H. I. y Sadock, B. J. (1990). Psiquiatría clínica. Buenos Aires: Editorial Médica Hispanoamericana.

Peña-Casanova, J. (1999). Las alteraciones psicológicas y del comportamiento en la enfermedad de Alzheimer. Definición, descripción, guías de intervención y consejos. Barcelona: Fundación la Caixa.