Miguel Ángel Maroto Serrano. Taller de Memoria.

ENCONTRAR LA CLAVE PARA ACORDARNOS DE LAS COSAS

Los talleres de memoria son una herramienta muy útil para retrasar el deterioro cognitivo. Y si se realizan de forma preventiva, cuando empiezan a detectarse los primeros olvidos injustificados, mucho mejor.

¿QUÉ HACEMOS EN LOS TALLERES DE MEMORIA?

Previamente realizamos una valoración de cada persona y de sus olvidos.

Ya en el grupo, comenzamos la psicoestimulación. Se explica a los participantes el proceso de envejecimiento neuronal: hay que saber cuál es la causa por la que se produce un olvido.

Hay diferentes tipos de «quejas de memoria». No es lo mismo olvidar un producto en la compra que olvidar el nombre de una persona cercana.

Se dan varios tipos de olvidos principales o quejas de memoria en un día cualquiera (cerrar la puerta, apagar el gas, la plancha…). Cada uno de ellos tiene una causa dentro del funcionamiento normal de la memoria.

Hay que ejercitar la memoria para no perderla, igual que hay que hacer deporte para mantener el organismo sano.

ENTENDER LOS RECUERDOS AYUDA A NO PERDERLOS

Saber cómo funciona la memoria y tener una explicación del por qué se produce cada tipo de olvido y qué es lo que tenemos que hacer para mejorar, ayuda y mucho, a minimizar las quejas de memoria y los despistes del día a día.

Éste es el proceso:

  1. Primero nos impacta un estímulo, que se convierte en un recuerdo a corto plazo.
  2. Se transforma en un recuerdo a largo plazo.
  3. Cuando han pasado muchos días, lo intentamos recuperar… ¿Y, qué sucede? Pues dependiendo de varios factores que se dieron durante el proceso, lo recuperarás o no.

La atención es fundamental: sin atención no hay memoria.  Por ejemplo… Tápese el reloj con una mano y responda:

  1. ¿Su reloj tiene números?
  2. ¿Los tiene todos?
  3. Estos números, ¿son normales o romanos?…

Seguramente se sorprenda de no saber contestar o de fallar: esto es normal. Aunque miremos la hora muchas veces en el día, probablemente no se ha fijado en cómo es su reloj.

Si ha habido atención, lo siguiente para memorizar algo es codificarlo, es decir, el cerebro tiene que procesar esa información.

Normalmente, se recurre a repetir internamente lo que queremos memorizar. En el Taller de Memoria enseñamos otras técnicas más sencillas y con resultados mucho más satisfactorios (la asociación de ideas, por ejemplo)

Una vez consolidado el recuerdo (seguramente en la fase REM del sueño), entrará en “nuestro desván»: la memoria a largo plazo.

Hay diversos tipos de memoria a largo plazo: semántica, episódica…

Cuando queramos recordar algo estará más o menos accesible dependiendo de cómo se guardo (si se asoció o no a otras cosas, por ejemplo) y del uso que le diéramos.

Algo almacenado pero no usado será más difícil de recuperar, como el nombre de alguien conocido pero que no vemos ni nombramos hace tiempo. En ese caso, el cerebro ha perdido la “huella mnésica” es decir, el camino que le lleva a localizar el recuerdo almacenado.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DE LOS OLVIDOS?

Hay muchas, pero vamos a hacer hincapié en los por qués fundamentales de los olvidos:

  • Falta de atención. Para evitarlo hacemos ejercicios de atención (atención mantenida, atención dividida, atención selectiva…).El objetivo es mantener alerta la mente del mayor.
  • Fallo de codificación. O lo que es lo mismo, no guardar bien la información en la memoria. Como hemos mencionado, para evitar este tipo de olvidos tenemos estrategias de memoria como la asociación. Por ejemplo, al aparcar el coche en un centro comercial, podríamos fijarnos en el número (atención) y codificarlo correctamente (asociación). Si fuese el número 36 diríamos:“como la guerra civil”, si fuese el 82:“los mundiales de fútbol” el 23: “golpe de estado” o “aniversario”…

A codificar correctamente también nos ayuda la agrupación (de conceptos, palabras…).

Otra forma de acordarnos de cosas es por el contexto: volver al lugar que ha generado el estímulo nos recuerda, por ejemplo, “a por qué íbamos a la nevera”.

Veamos un hecho curioso: se han hecho experimentos memorísticos en expediciones marinas. Participaban con buzos en el fondo del mar y buzos situados en un barco. La conclusión era que recordaban más detalles los buzos en el fondo marino, es decir, el contexto o el ambiente donde algo se memorizó ayuda a volver a recordarlo.

EL DESVÁN, ANTONIO Y GANDÍA

Una vez que el recuerdo está archivado en la memoria a largo plazo el cerebro funciona como un desván en el que vas poniendo objetos, unos delante de otros. Si no se va con frecuencia al desván y no se mueven ni se usan los objetos cuesta cada vez más encontrarlos.

Porque en realidad no se olvidan las cosas. Lo que se pierde es la clave que tiene el cerebro para encontrarlas.

Por eso, cuando estás de vacaciones en Gandía y te encuentras a un conocido, Antonio, no te sale su nombre. Pero luego lo comentas con la familia,  y a los dos días, cuando no lo estás pensando, pronuncias su nombre…

 

¿Por qué ocurre? El cerebro ha seguido buscando el recuerdo de forma inconsciente. Lo que se había perdido era la llamada huella de memoria. Es el camino, la senda, entre las neuronas que nos lleva a encontrar el recuerdo que queremos.

El proceso de olvidar el nombre de un conocido puede pasar también con capitales del mundo, nombres de animales, de ríos… Es lo que llamamos la memoria semántica o de los conocimientos del mundo en general.

O hacemos un mantenimiento periódico de toda esa información (ordenar el “desván” de la memoria de forma continua) o esos olvidos se van a producir.

En el Taller de Memoria hacemos ejercicios de atención y memoria con palabras, letras, números, sopas de letras… Es un “mantenimiento” divertido y necesario a la vez. Hacemos una sesión de una hora y media semanal y cada paciente en casa debe practicar unos 20 minutos 3 o 4 veces a la semana.

Estos deberes para casa son fundamentales porque logramos crear hábitos. Al principio son necesarios los refuerzos externos para que esta costumbre se afiance, hasta que los participantes se dan cuenta de que les beneficia y lo cultivan más.

ALIMENTOS BUENOS PARA LA MEMORIA

Las neuronas se nutren de ciertos componentes y se comunican por medio de neurotransmisores.

El triptófano es uno de los precursores de un neurotransmisor fundamental de la memoria, la acetilcolina. El organismo lo extrae directamente de la carne, pero también está en otros alimentos. También son muy importantes las vitaminas del grupo B6 y B12.

Si mantenemos una alimentación correcta, variada y saludable, podemos conseguir la cantidad adecuada de triptófano y otros nutrientes (como el omega 3), buenos para la memoria.

Las personas que tienen dietas restrictivas, como los vegetarianos, suelen tomar complementos alimenticios para paliar carencias de ciertos nutrientes.

PRACTICA JUEGOS DE MEMORIA

¡El cerebro está ávido de cosas nuevas! Por eso, los juegos de memoria son una buena opción para poner en marcha el cerebro.

El problema de los típicos juegos de memoria es que se van automatizando cuando se han hecho varias veces. Y todo lo que se automatiza proporciona una menor estimulación para el cerebro.

Por ejemplo, un juego como el mus es recomendable. Hay que estar planificando y creando estrategias: pone a funcionar toda la corteza frontal del cerebro. Esta actividad es mucho más estimulante que estar viendo la televisión.

Pero jugar al mus todos los días no garantiza la estimulación cerebral. La mente debe recibir estímulos variados para que no los sistematice.

Lo ideal es que los juegos de memoria online estén pensados para mejorar el deterioro cognitivo. Además, tenemos que pensar en que las personas que ahora tienen 60 ó 70 años precisan de juegos que supongan un reto para ellas, sobre todo si tienen un buen nivel cultural.

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